Momentos.

Olivia se sienta en el balcón.
Se puede sentir ese inconfundible aroma a verde, a pasto recién cortado.

¿Quién hubiera dicho que en esa ciudad a la que tanto miedo le tenía pueda encontrar eso? Paz.

La pantalla de su notebook le devuelve un poco de su reflejo. Sonríe. ¿Cuando fue que empezó a poder sonreirse a sí misma de esa manera? El reflejo devuelve la misma sonrisa, pura, sin trampas. Será que este año de tantos cambios para Olivia finalmente pudo enseñarle lo más importante de todo.

Será, que empezar a entender que uno es parte de un todo, que toda persona que pasa por nuestra vida nos enseña algo, que todo empieza y termina cuando tiene que ser, le dió eso que tanto deseaba.

Paz.

¡Felicitaciones Olivia! Finalmente empezaste a vivir tu propia vida.

.Pasado.


Olivia va caminando rápido. Por su nuevo barrio que a la vez es el mismo del principio.
De repente, lo ve. Él viene de frente, silbando y canturreando. Con esa actitud sonriente y despreocupada que ella siempre odió. No es la primera vez que lo ve desde que se mudó, pero si la primera que están frente a frente.
En esa media cuadra, (si, Olivia ve muy poco de lejos pero como olvidarlo…) los recuerdos de tres años se agolpan en su mente, sin filtros.
Olivia recuerda risas, enojos, indiferencia, chistes… Algún que otro quehacer domestico…
Se cruzan… La mira. Ella baja la cabeza, y él, con ese tono de voz inconfundible, atisba un “adiós!”, ella sigue, rápido. “Tantos años!!!” se escucha alejándose…
Olivia sonríe. Esa voz tan familiar sus primeros años en la ciudad. Recapacita. Frena y se da vuelta. “Chauu!!!” y sonríe.
Él la saluda eufóricamente con la mano (siempre fue muy especial…) y cada uno sigue su camino. Olivia sonríe. Al fin de cuentas, ¿por qué lo evitaba tanto? Fue una linda sensación.
Olivia se quedó sonriente toda la tarde…

Qué locura que ver al portero de su primer edificio le remueva tantas cosas…
(qué pensaron? Pobre Marito…)

.Camisas lisas.


Olivia plancha, pero su cabeza vuela por mil lugares.
¿Cúando fue que nuestra ropa se empezó a mezclar?
¿En qué momento todo se volvió tan mágicamente unido?
Darío estudiando, frente a ella. Dos puntas de una pequeña mesa que muy pronto va a estar en otro lugar, en un lugar nuevo…

-Yo también voy a planchar eh!- Suelta, en un respiro de sus hojas de historia del arte.
Ella sonriendo, le contesta: -shh, que estoy escribiendo en mi mente!-
Él suelta un “te amo” innecesario.

Ella lo sabe. Él lo sabe.
Olivia y Darío van a estar juntos para toda la vida. 

Esa mezcla armoniosa y perfecta, de tanto naranja con tanto violeta...

.primer aniversario.

Hoy no va a ser, para Olivia, un día más.
Recuerdos, reflexiones, dolores.
Muchas ganas de escribir. 
Que quedarán para mañana...

.Así pasó. (parte 3 de 3)


Entre sueños escuchó que su mamá la llamaba. Olivia abrió los ojos con mucha tranquilidad y la miró. Ella, sabia como lo fue siempre, le dijo muy suavemente que el abuelito se había ido.
Fueron dos segundos de mente en blanco, una mala palabra al aire, y un “está bien mami, así tenía que ser, no te preocupes que yo estoy bien.”
Después de eso vinieron largas, horribles y dolorosas horas, un abrazo de su cuñada que vino corriendo de la habitación de al lado, su padre destrozado. Luego, ya en la clínica encontrarse con una imagen que no hubiera querido ver, más familiares y llantos, gritos.
Una espera muy extraña, con mates, en la casa de su abuelo. Comió caramelos de su caramelera. Es imposible para ella olvidarla, de madera y siempre llena de sugus de colores (sus favoritos).

Olivia nunca había ido a un velorio. Y le tocó conocer esa experiencia con él. No voy a detallar los instantes que pasó en ese lugar, sólo voy a decir que está muy agradecida con todos los que fueron allí o llamaron, abrazaron o lloraron con ella.
Cuando vió toda la gente que fue, cuando vió todo el amor que su abuelo había generado que se veía multiplicado en ese instante, se tranquilizó.
Seguir detallando ese día, no tiene demasiado sentido. Sería doloroso para recordar del que estuvo, y chocante de leer para el que no. Pero puedo decir que Olivia sufrió mucho, que recuerda segundo a segundo ese dolor. Que la imagen de ese cajón bajando a la tierra fue lo más espantoso que pudo ver. Que los gritos al cielo que sólo se calmaron con el abrazo de su tan amada prima, siguen retumbando en su cabeza.

Porque todo parecía ajeno. Todo parecía una película.
Un cuento. Como este.
Olivia creyó ver toda la escena desde arriba. Gente llorando, y ella de rodillas en el piso arrancando pasto y gritando. Era irreal. 
Luego de ese día, Olivia nunca más pisó ese cementerio. Ni lo hará.
Su abuelo no está ahí.
Su abuelo está en una estrella y la está leyendo instante a instante.

Aquel 19 de abril fue doloroso, fue horrible, pero tan soleado como hoy.
El cielo está muy feliz de haber recibido a un hombre tan especial.


[Nota del autor: este es el cierre de la historia en tres partes, pero no es el final. Nunca es el final. Esta historia no termina.
Gracias a los que me están apoyando en este momento. Se los quiere. Geu!]

.Así pasó. (parte 2 de 3)


Olivia llegó sigilosa. Después de darle un gran abrazo a su papá, se sentó en el silloncito de la habitación del sanatorio. Él dormía.
De repente, abrió sus ojos, la miró, le sonrió, y volvió a dormir. “¡Me vió!” dijo emocionada… “no, no, el abuelo está durmiendo…·
Esperó unas horas leyendo un libro, cuando escuchó esa voz que tantas historias le contó.
“Yo sabía que ibas a venir, pero, ¿por qué viniste?” (ni aún en sus últimos días perdió su viveza).
“Vine porque tenía unos días libres en la facu abu…”
“Yo sé que no, pero está bien, así tiene que ser.”
Olivia lo cuidó, le dio la sopa, lo retó, y rieron juntos… Durmió esa noche con su abuela en la cama que él ocupó, y a pesar de todo el dolor de su pecho, la contuvo como pudo.
Al día siguiente estuvo todo el día con él, no se despegó ni un segundo, porque sabía, tenía la absoluta certeza, de que ese iba a ser el último día.
A la hora de irse, él dormía, Olivia le movió el brazo,
“abuelo, me voy, vengo mañana”
“mmm si.. si..”
“no, abuelo, despertate, es importante lo que te tengo que decir: Te Amo”.
Él sonrió.
“¿de qué te reís? ¿vos no me amás acaso?”
“me río de la cara de muñeca que tenés, la misma que tenés desde chiquita, por supuesto que yo también te amo.”
Ella tragó lágrimas, lo miró, sonrió nuevamente y le dijo “chau abuelo, hasta mañana. Te amo”

Los dos sabían en el alma, que esa era la última vez que se iban a ver.

.Así pasó. (parte 1 de 3)

Olivia viajaba en colectivo con su amigo, volviendo de la facultad.
Ella le contaba preocupada lo que estaba sucediendo.
Él, siempre de pocas palabras, ese día le contó una historia, y le dio un sabio consejo.
“¿Por qué no viajas? No te arrepientas el resto de tu vida. En este momento no hay nada más importante que eso.”
Olivia sintió como todo el pecho se le oprimía y se quedó pensando un rato.
Horas después, estaba viajando a su ciudad natal para despedirse de la persona que más amó en el mundo.


[Nota del autor: Cuando se trata de contar algo doloroso, es mucho más fácil en tercera persona.]