Entre sueños escuchó que su mamá la llamaba. Olivia abrió los ojos con mucha tranquilidad y la miró. Ella, sabia como lo fue siempre, le dijo muy suavemente que el abuelito se había ido.
Fueron dos segundos de mente en blanco, una mala palabra al aire, y un “está bien mami, así tenía que ser, no te preocupes que yo estoy bien.”
Después de eso vinieron largas, horribles y dolorosas horas, un abrazo de su cuñada que vino corriendo de la habitación de al lado, su padre destrozado. Luego, ya en la clínica encontrarse con una imagen que no hubiera querido ver, más familiares y llantos, gritos.
Una espera muy extraña, con mates, en la casa de su abuelo. Comió caramelos de su caramelera. Es imposible para ella olvidarla, de madera y siempre llena de sugus de colores (sus favoritos).
Olivia nunca había ido a un velorio. Y le tocó conocer esa experiencia con él. No voy a detallar los instantes que pasó en ese lugar, sólo voy a decir que está muy agradecida con todos los que fueron allí o llamaron, abrazaron o lloraron con ella.
Cuando vió toda la gente que fue, cuando vió todo el amor que su abuelo había generado que se veía multiplicado en ese instante, se tranquilizó.
Seguir detallando ese día, no tiene demasiado sentido. Sería doloroso para recordar del que estuvo, y chocante de leer para el que no. Pero puedo decir que Olivia sufrió mucho, que recuerda segundo a segundo ese dolor. Que la imagen de ese cajón bajando a la tierra fue lo más espantoso que pudo ver. Que los gritos al cielo que sólo se calmaron con el abrazo de su tan amada prima, siguen retumbando en su cabeza.
Porque todo parecía ajeno. Todo parecía una película.
Un cuento. Como este.
Olivia creyó ver toda la escena desde arriba. Gente llorando, y ella de rodillas en el piso arrancando pasto y gritando. Era irreal.
Luego de ese día, Olivia nunca más pisó ese cementerio. Ni lo hará.
Su abuelo no está ahí.
Su abuelo está en una estrella y la está leyendo instante a instante.
Aquel 19 de abril fue doloroso, fue horrible, pero tan soleado como hoy.
El cielo está muy feliz de haber recibido a un hombre tan especial.
[Nota del autor: este es el cierre de la historia en tres partes, pero no es el final. Nunca es el final. Esta historia no termina.
Gracias a los que me están apoyando en este momento. Se los quiere. Geu!]