.Sol.

Olivia mira de reojo, como sospechando… No puede creer que las flores vuelvan a crecer y el pasto sea tan verde… (fragmento aportado por Darío hace tiempo).
Se está preguntando realmente si ésta es la verdadera felicidad, porque si no lo es, está muy cerca de serlo. Olivia ya no tiene dolores, duerme bien por las noches, y sonríe más a menudo.
Tal vez tenga que ver con la cercanía de la primavera, o tal vez simplemente como le dijo Lucila hace un par de horas, tenga que ver con sonreír con la vida, ya que ésta devuelve las sonrisas.
Olivia es feliz, se calmó, entendió, y ahora se dedica a disfrutar. Se dio cuenta que haciendo lo que tiene que hacer las cosas salen muy bien, y se vive mejor.
Canela tuvo mucho que ver en todo esto. De no haber mirado horas y horas esa sabia tortuga, nunca hubiera entendido la calma que puede aportar estar bien con uno mismo.

Qué gran metáfora, esta amiga con caparazón y moño naranja, que le enseñó a mirarse un poco para adentro.
Estar bien con uno, la verdadera clave de todo esto.

.calma.

Es sábado a la noche y Olivia ya no llora, está feliz en su casa tomando té regalado por Darío. Todo empieza a tener otro color, más naranja.
Esta noche Canela va a dormir adentro, hace mucho frío en el balcón para la pequeña. Agradecida, da vueltas alrededor de Olivia rápidamente. Sí, porque las tortugas son rápidas, aunque se diga lo contrario.
Darío está muy presente en la vida de Olivia, cada día más, y ella decidió dejarlo entrar. Lo que la hace feliz. Y a él también.
Sonríen juntos y la gente a su alrededor parece contenta. (El otro día los ví cantando a los gritos en una parada de colectivo, y es inevitable sonreír.)
Esta tarde, merendando, Darío le dijo… “estás más calmada no?”. A ella se le ocurrieron muchas respuestas, pero comprendió que una sonrisa era la mejor de todas, y la que él más iba a valorar.

Olivia volvió a estar en paz.
Una semana de movimientos la tiene cualquiera…

.excusas.

Olivia se acostó temprano (muy raro en ella) y se quedó pensando en Canela. En por qué algún lugar de sí quiere ser como su caparazonuda mascota.

Luego de darle vueltas durante largas horas, se dio cuenta en eso que decía ayer, que a Canela no le importa lo que piensen los demás. Si quiere estar toda la tarde mirando su hoja de lechuga y luego comerla, lo hace, o sino, da vueltas por la casa…

(Ayer Miel aportó que Canela estaba pintada de naranja, pero no, Olivia no la pintó de naranja, sólo le puso una especie de moñito naranja, como una vincha.)

Olivia piensa mucho en Darío. Sabe que se está enamorando de a poco. Pero, tiene miedo, y no por ella. Piensa en qué van a decir. Y, ¿qué importa eso?

Alejandra acaba de decirle “nena, no le des vueltas al amor”, y tiene tanta razón…

Pero el resto, la familia, todos los demás, que su relación con Juan terminó hace tan poco…

Olivia sabe muy dentro suyo, que son sólo excusas para no ser feliz.

.Canela.

Olivia está en desorden, y le molesta, porque hasta ayer estaba en orden…

Mira como Canela (su tortuga) come lechuga… Qué cosa tan rara, Canela, vive en su mundo, adentro de su caparazón, y come tranquila, sin pensar en quien la mira.

Habría que aprender un poco de Canela. Sí, definitivamente. Hay que ser más tortuga.



//Nota del autor:

Lo maravilloso de la historia de Olivia es que cada vez tiene más seguidores, y la diferencia entre realidad y ficción cuelga de un hilo a veces imperceptible. ¿Qué de todo esto es cierto? Gracias a todos por los comentarios, hacen que esto sea, y me hace feliz.

.despidiendo a Juan.

Hace más de un mes Olivia y Miel charlaron hasta la madrugada, acerca del amor, de las confusiones, de la amistad.

Olivia no entendía que le estaba pasando… ¿podía ser que su historia con Juan hubiera terminado hacía tiempo y ambos fingieran que seguía? ¿Era eso amor realmente? ¿O costumbres, rutina, pasar el tiempo?

Darío tan cerca no ayudaba, nunca ayudó. Pero ella no quiso que se aleje… Por algo lo dejó entrar, de a poco, a su vida.

Juan se fue, pero ya estaba fuera hacía mucho tiempo. Viajes, ocupaciones, amigos, sábados, tecnología. Y ni un sábado para Olivia, que lloraba sola en su casa naranja.

Cuando ella lo pensó, luego, con calma, se dio cuenta que ella y Juan no eran para estar juntos, o tal vez sí, en otras situaciones, en otras circunstancias, tal vez en otras vidas, más despreocupadas.

Pero ahora a Olivia la preocupaba su pierna, (Nota del autor: necesitamos otra enfermedad para Olivia que no sea en la pierna, se aceptan sugerencias) y como bien le dijo su terapeuta (porque Olivia va a terapia) tiene que ponerse, por una vez en su vida, ella primero.

.mañana de sábado.

Olivia se despierta y toma mate con yerba de naranja. Se pregunta si fue casualidad comprarla o sí el color habrá tenido algo que ver.
Mira por la ventana. Qué grande es esta ciudad, pero que linda puede ser si uno está en paz. Ella está en paz. Al menos por ahora.
Cuando ve cosas naranjas no puede evitar pensar en Darío y en Miel. A Darío por un comentario hecho hace unos días atrás, y a Miel porque siempre le marcó que estaba usando mucho ese color en sus diseños. Sí, Olivia pretende ser diseñadora.

.algo de miel.

Olivia no es de acá. No nació entre todo este ruido.
Es de un pueblo, al que lamentablemente ya no disfruta ir tanto como antes.
Ella come gelatina de naranja, a Darío no le gusta el jugo de naranja… en realidad, a ella tampoco. Prefiere la pera… Pero en este momento tiene una fiebre naranja.
Y quiere que alguien la ayude a colgar sus lámparas, que tan bien quedarían en ese pequeño pero hermoso hogar. Pero a Olivia le cuesta pedir ayuda.

Olivia tiene un abuelo. Generoso. (nota del autor: imposible inventar un nombre para un abuelo, tiene que ser el real). Él la mira, desde la luna, desde alguna estrella, desde alguna diagonal…
Olivia también tiene una amiga, Miel, que le regaló una tortuga. La tortuga está esperando que alguien la bautice. Tener una mascota fue el deseo de Olivia desde que vive sola, pensó en un perro o un gato, pero Miel la sorprendió con esta indocumentada y caparozonuda amiguita.
Miel siempre la sorprende. Y es más, es quien la incita a escribir, a crear, a actuar.


Miel siempre quiso a Darío, no a Juan.

Darío y Miel están comenzando a ser amigos, y eso a Olivia la pone muy feliz.

.nuevos comienzos.

Juan se fue, cerró la puerta, pidiendo perdón entre varias lágrimas. Olivia no lloraba, cerró la puerta y sonrió.
Cerró la puerta y cerró una historia. No pudo entender demasiadas cosas, pero sabía bien que esa historia hacía meses se había cerrado.
A Olivia le gusta el té, y Darío le regala un sobrecito de té cada vez que se ven. Es ingenioso, todos los días trae un té nuevo, de distinto color. El último fue naranja. A Olivia le encanta el naranja.
El naranja es creatividad” le dijo anoche Darío, “esta casa tenía que ser naranja…”. Olivia sonrió y pensó en que todavía no había el suficiente naranja, pero que era un comienzo. Todo es un comienzo en la nueva vida de Olivia.


Olivia tiene miedo. Mucho miedo.
Pero no va a dejar que la paralice. No otra vez.